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Pocos iconos pueden considerarse más vieneses que el hotel Sacher Wien. Más que nada porque este clásico entre los clásicos aglutina varios de los sÃmbolos de la ciudad y su cultura. En primer lugar, desde 1869 comparte cimientos con el antiguo teatro de la ópera, la gran liturgia sagrada en Viena. En segundo lugar, fue levantado por Eduard Sacher, miembro de una de las dinastÃas vienesas más distinguidas. Y, como colofón, fue su padre el inventor del popular pastel de chocolate por el que se siente auténtico fervor y que es en sà mismo responsable de la fama del hotel y de que disfrute de tanta afluencia.Un reclamo de lo más dulce su Sachertorte, objeto incluso de polémica debido a una pugna por su autorÃa con un establecimiento vecino. Verdad o verdad a medias, el hotel sigue ofreciendo su ración de pastel... y de escenografÃa aristocrática, potenciada por el recuerdo de la primera dama de la familia Sacher, una mujer conocida por su afición a los puros y los perros de compañÃa. Además, el restaurante lleva su nombre, el Anna Sacher. O por la impronta dejada por sus ilustres huéspedes: la reina Isabel, Nureyev, Kennedy, von Karajan... (VÃdeo en el hall del hotel por Enric Ribera Gabandé).
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