La cocina catalana tiene el secreto de su éxito en la calidad y singularidad de los productos que utiliza, y la combinación entre lo que produce la tierra y lo que proporciona al mar.
Las patatas de Prades, los vinos del Penedès, la judía de “ganxet”, el aceite de Siurana, los calçots de Valls, el arroz del Delta del Ebro, la longaniza de Vic o los quesos del Alt Urgell, por sólo citar algunos ejemplos, son productos catalanes reconocidos con diferentes distintivos de origen y calidad agroalimentaria. La gastronomía catalana goza de renombre internacional por haber encontrado el difícil equilibrio entre innovación y tradición gracias al trabajo de cocineros como Joan Roca, Carme Ruscalleda y sobre todo, Ferran Adrià, quien desde los fogones del Bulli ha revolucionado el panorama gastronómico mundial.
Detrás de la cocina catalana actual está la historia de un país, un territorio, una forma de ser y de hacer. Es por este motivo que se ha presentado la candidatura a la Unesco, con el fin de ser reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Aparte de una gran oferta de todo tipo de restaurantes, Cataluña cuenta con una red de mercados públicos donde la calidad del producto es lo más importante. Un buen número de colectivos de cocina se dedican a promover la cocina típica de cada zona, trabajando con el binomio territorio y producto.
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